viernes, 17 de octubre de 2008

UNA RELACIÓN ESPECIAL III




ESTUDIO 3

UNA RELACIÓN ESPECIAL


IDEA CLAVE

Cuando una persona acepta a Jesús como Señor y Salvador es incorporada al cuerpo de Cristo y se establece una relación especial con Jesucristo y con todos y cada uno de los otros miembros del cuerpo, ya que todos ellos comparten la vida espiritual del Señor resucitado.


CASO DE ESTUDIO


CASO 1

El pastor Cortés, presidente del Consejo Evangélico de la ciudad estaba reunido con los pastores de las dos principales iglesias, ambas reunían a casi la mitad de los creyentes y recursos de la localidad.

-Queridos hermanos, todas las iglesias de la ciudad, a excepción de las suyas, participan en este evento evangelístico. Ha sido muy difícil poner de acuerdo en las actividades, los métodos y los materiales a todas los líderes de nuestra ciudad. Son ustedes los únicos que no desean participar. Con toda honestidad, creo que el testimonio que daremos a la población será nefasto, además, las posibilidades de éxito sin su participación quedan muy reducidas.

-Lo entiendo y me duele profundamente, contestó el pastor Ruiz, pero mi comunidad no puede participar con otros hermanos que tienen una posición tan cerrada con relación a los dones del Espíritu Santo. Es imposible tener comunión práctica con hermanos que interpretan las Escrituras de una manera tan errónea.

-Lo mismo nos sucede a nosotros, matizó el pastor González, Nosotros creemos que la Biblia habla con total claridad con respecto a la prohibición de las mujeres de orar en la asamblea, por tanto, no estamos dispuestos a unir nuestros esfuerzos con "supuestos hermanos" que no siguen las enseñanzas de la Palabra.

Era evidente que el pastor Cortés estaba llegando a un punto de desesperación. Sin embargo, a pesar de ello, sacó fuerzas de la flaqueza para seguir intentando la cooperación entre los diferentes miembros del cuerpo de Cristo.

-Por favor, hermanos, Dios ama por igual a aquellos que tienen posturas diferentes con respecto al ministerio del Espíritu Santo. Lo mismo sucede con aquellos que están en favor de la oración de las mujeres. La enseñanza de la Biblia, ustedes lo saben bien, no es tajante al respecto, esta es la causa de que tengamos posturas doctrinales diferentes. Por si fuera poco, el proyecto evangelístico fracasará sin su participación, todo será un auténtico fracaso.

-En todo caso, no será mi fracaso, apostilló el pastor Ruiz, será el fracaso de aquellos que deseen participar.

-Estoy de acuerdo, fue el comentario del pastor González. Ambos dieron por terminada la reunión y se dispusieron a partir.


CASO 2

Una tensa reunión tiene lugar entre los directores de dos movimientos cristianos que trabajan entre universitarios.

-Ustedes no tienen derecho a establecer un ministerio en esta universidad. Nuestro movimiento hace más de 10 años que ha estado trabajando aquí de forma ininterrumpida, no necesitamos más ministerio cristiano.

-Pero hermano, la universidad de la ciudad tiene más de cincuenta mil universitarios, el 95% de los cuales no son cristianos. Ustedes son apenas un pequeño grupo de veinte personas.

-¿Y que importancia tiene eso?. Nuestras actividades evangelísticas son constantes, cada semana estamos compartiendo a Cristo.

-Y su trabajo es muy digno loable. Sin embargo, y tengo en mi mano la memoria del año pasado, durante todo el curso compartieron el evangelio con un total de 879 estudiantes. Es un mérito grande, pero estamos hablando de cincuenta mil estudiantes no cristianos. El campo es amplio, la cosecha abundante. Honestamente, no veo ningún problema para que empecemos otro trabajo evangelístico en la universidad.

-Me opongo y me opondré. Ustedes vienen aquí para medrar en nuestro trabajo, para segar donde otros han plantado. Esta universidad es nuestra, tenemos derecho a estar aquí, nuestro ministerio de años nos avala, ustedes son unos advenedizos y, su actitud no es ética. No reconocemos su trabajo, y si persisten en abrir un nuevo ministerio llevaremos el asunto al Consejo Evangélico de la ciudad, ellos nunca aprobarán sus planes, tengo buenos amigos que sabrán reconocer mis tesis.

¿Cuál es tu reacción ante la actitud de los pastores González y Ruiz?

¿Estás de acuerdo con su postura? ¿Por qué sí o por qué no? Se específico

Desde la perspectiva del compañerismo cristiano ¿Cómo juzgarías su actitud?

¿Han de ser nuestras legítimas convicciones doctrinales obstáculo para cooperar con otros miembros del cuerpo de Cristo?

¿Tiene razón el líder del movimiento universitario en su oposición a un nuevo ministerio cristiano en la universidad? ¿Por qué sí o por qué no? Razona tu respuesta

¿Estamos llamados a cooperar o a competir?


TEXTO BASE

  • "De manera semejante, nosotros, siendo muchos, estamos injertados en Cristo para formar un solo cuerpo, y cada uno es un miembro al servicio de los demás" (Romanos 12:5)
  • "Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros…. Compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad…. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran" (Romanos 12: 10,13,15)
  • "Ese mismo Espíritu se une a nuestro propio espíritu para asegurarnos que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo" (Romanos 8:16-17)
  • "el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo; Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor." (1 Corintios 1:8-9)
  • "Vosotros formáis el cuerpo de Cristo, y cada uno por separado constituye un miembro" (1 Corintios 12:27)
  • "Pero, al llegar el momento cumbre de la historia, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la Ley, para liberarnos del yugo de la Ley y alcanzarnos la condición de hijos adoptivos de Dios" (Gálatas 4:4-5)
  • "Nos ha destinado de antemano, y por pura iniciativa de su benevolencia, a ser adoptados como hijos suyos mediante Jesucristo" (Efesios 1:5)
  • "Pues nadie ha odiado jamás su propio cuerpo; todo lo contrario, lo cuida y alimenta. Es lo que hace Cristo con su iglesia, que es su cuerpo, del cual todos nosotros somos miembros vivos" (Efesios 5:29-30)


INTRODUCCIÓN


Cuando pensamos en el término relación, nos damos cuenta que el mismo tiene dos valores para nosotros, incluso si ni siquiera somos conscientes de ello. El primer valor del término es el subjetivo. Valoramos la relación con nuestro esposo o esposa, nuestros hijos, nuestros amigos u otros creyentes de una manera subjetiva, es decir, en función de sí la misma la experimentamos de una forma positiva o negativa.

El segundo valor del término es el objetivo. De hecho, cuando conocemos la definición de relación, nos damos cuenta que el valor objetivo es el más básico y, a la vez, el más importante. El diccionario define relación como. Un estado o condición. La conexión o correspondencia de una persona o cosa con otra. Creo que es importante subrayar el aspecto de que una relación es un estado o condición.

Pongamos el ejemplo del matrimonio para ilustrar ambos aspectos de una relación. Cuando una mujer y un hombre se unen en matrimonio entre ambos se establece una relación matrimonial. Es posible, que con el paso de los años, ellos la experimenten de forma positiva o negativa, sin embargo, al margen de cómo ellos vivan la experiencia de forma subjetiva, lo cierto, es que entre ellos existe una relación objetiva de unión matrimonial.

La relación paterno-filial también nos sirve para ilustrar lo que deseamos expresar. Desde el momento de nuestro nacimiento, con nuestros padres se ha establecido este tipo de relación padre - hijo. En este caso, la relación es irreversible y dura para siempre. Mi padre puede ser mi amigo, o por el contrario, un total desconocido, sin embargo, siempre será mi padre. Puedo avergonzarme de él, negarme a verlo, vivir como si no existiera, pero eso, no cambiará ni un ápice la realidad de que entre ambos existe una relación, aunque no exista amistad, comunicación o comunión.

¿Por qué crees que es importante entender los dos valores, el objetivo y el subjetivo de una relación? ¿Cómo se relacionan entre sí?

Esto mismo nos sucede con Dios. Nosotros, los creyentes, podemos tener una comunión diaria e íntima con Dios -el aspecto subjetivo o experimental- debido a que tenemos una relación personal con Él -el aspecto objetivo-. Este aspecto objetivo ha sido descrito por los teólogos como nuestra unión con Dios. Así pues, todo creyente tiene comunión y unión con el Señor. Vamos a explicar un poco más este concepto de unión o relación con Dios.

En 1 Corintios 1:8-9 leemos lo siguiente: "el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo; Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor." La palabra comunión que aparece en 1 Corintios es la traducción del vocablo griego koinonia. En este pasaje no tiene principalmente el valor de comunión en el sentido de nuestro tiempo diario e íntimo con el Señor, es decir, la parte subjetiva de nuestra relación. Más bien, según todos los estudiosos bíblicos, tiene el sentido de nuestra unión con Cristo.

Cuando aceptamos a Jesús como Señor y Salvador por medio de la fe, fuimos llamados a una unión con Él. Pasamos a formar parte de su cuerpo. Ahora bien, no somos parte de su cuerpo en el sentido posesivo del cuerpo, como quien habla de mi casa, mi coche o mi computadora. Pasamos a formar parte de su cuerpo en un sentido integral. Pablo lo expresa muy bien en Efesios 5:30 cuando afirma: "porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos."

Es importante que entendamos este concepto. Dios no únicamente nos ha llamado a tener una comunión íntima, personal y diaria con Él, sino que nos ha llamado a compartir su propia vida espiritual por medio de nuestra unión con Cristo.

KOINONIA RELACIÓN

Aspecto objetivo
Mi unión con Cristo pasando a formar parte de su cuerpo y participando, por tanto, de su propia vida espiritual

Aspecto subjetivo
Mi comunión íntima, personal, diaria con Él por medio de la oración, la Biblia y la obediencia

Jesús ilustró magistralmente este concepto en Juan capítulo 15 al hablar de la vid y los pámpanos. Pablo lo hizo utilizando la ilustración de la cabeza y el cuerpo. Ambas ilustraciones vienen a darnos luz acerca de esa unión, gracias a la cual, nosotros compartimos la vida misma del Cristo resucitado.

Nuestra unión con Cristo tiene serias implicaciones para nuestro compañerismo con otros cristianos. Dios nos salva a cada uno de nosotros de forma personal e individual, sin embargo, como ya hemos visto, lo hace para incorporarnos a una nación, una familia, un cuerpo. Este nuevo pueblo está, precisamente, formado por todos aquellos que comparten esa misma unión con Cristo, esa vida nueva espiritual con el Salvador. Todos ellos, como consecuencia, comparten una vida común en Cristo.

Koinonia expresa pues la relación especial que los miembros de este cuerpo tienen con Dios y cada uno de ellos entre sí. Una relación que existe al margen de la distancia geográfica, el tipo de doctrina que sostengamos o nuestros diferentes énfasis denominaciones. Esta relación especial va más allá de la relación que se establece con otros miembros de una comunidad local. Es realmente una relación de alcance universal con todos y cada uno de aquellos que han sido incorporados por la fe al cuerpo de Cristo. Y esto, es un hecho.

Pablo lo ilustra perfectamente al usar la metáfora del cuerpo y los miembros. En el cuerpo, todos los miembros tienen una especial relación con la cabeza, según el apóstol, es una relación espiritual orgánica entre cada miembro y Cristo y entre cada miembro con los otros miembros. Y volvemos a insistir, se trata de un hecho que afirma y establece la Escritura sin ningún género de dudas.

Lo más probable es que la inmensa mayoría de nosotros ni siquiera seamos conscientes de estar en relación con millones y millones de creyentes de todo el mundo. Pero desde la perspectiva bíblica eso es una realidad ya que todos pertenecemos al mismo cuerpo. Es una realidad, un hecho, aunque a la abrumadora mayor parte de ellos nunca tendremos la oportunidad de conocerlos o tratarlos. Con muchos de ellos no estaremos de acuerdo en matices teológicos y formas de organización eclesial. Otros, ni siquiera nos gustarán su forma de ser y entender la vida cristiana. Ahora bien, todas las diferencias que podamos imaginar ni alterarán en absoluto el hecho de que compartimos una vida común en Cristo y, por tanto, tenemos una relación especial con cada uno de ellos.

No sabemos cuántos millones de creyentes nacidos de nuevo existen en el mundo. Sin embargo, todos ellos, como nosotros, han sido unidos a Cristo y, por tanto, se ha establecido una relación entre ellos y nosotros. ¿Por qué es importante que entendamos que estamos en relación con todos los creyentes del mundo?

¿Cómo debería afectar nuestras actitudes y conductas hacia ellos?

¿De qué modo la metáfora del cuerpo te ayuda a entender este concepto tan básico de la vida cristiana?

El autor cristiano Jerry Bridges, en su libro, True Fellowship, afirma que precisamente el hecho, la realidad objetiva que tenemos una relación especial con el resto de los creyentes es la base sobre la que debemos edificar nuestra comunión práctica, es decir, el aspecto subjetivo de esta relación. Según Bridges, es precisamente la comprensión de esa realidad la que debería estimularnos al deseo de buscar una comunión práctica con otros creyentes. Pablo lo expresa claramente en Romanos 12, donde indica que a pesar de ser muchos somos un único cuerpo en Cristo y, por tanto, debemos amarnos, honrarnos, ministrarnos en nuestras necesidades y ser sensibles y compasivos con los que pasan por momentos de dificultad. Queda claramente expresado, porque tenemos una relación hemos de buscar una comunión.

Expresa con tus propias palabras la idea de que al tener una relación hemos de buscar una comunión

Pablo nos enseña el camino. Estar en relación con cada creyente tiene unas claras implicaciones, de las cuales, hemos de sentirnos responsables.

En primer lugar, debemos cuidar los unos de los otros. Para el apóstol es lo más normal del mundo que los miembros de un mis cuerpo tengan una preocupación genuina los unos por los otros. De este modo, cuando un miembro sufre, todos sufren, ya que es todo el cuerpo el que está siendo afectado. Cuando un miembro sufre, cae en pecado o padece necesidad y no es ministrado, todo el cuerpo se resiente, incluso si nosotros no somos conscientes de ello o no nos preocupa..

No deja de ser curioso el hecho de que únicamente cuando el organismo está enfermo se agrede a sí mismo. Existe un buen número de enfermedades en las cuales, por diferentes razones, el organismo en vez de protegerse de las posibles agresiones exteriores, se agrede a sí mismo. Evidentemente, una situación de este tipo es una anomalía, se trata de una situación anormal y patológica, propia de un cuerpo enfermo.

Desgraciadamente, en demasiadas ocasiones los creyentes funcionamos de este modo y, por medio, de la crítica, la difamación y el juicio dañamos a otros miembros del cuerpo de Cristo y, sin darnos cuenta, estamos dañando a todo el cuerpo y a nosotros mismos. Todo nuestro esfuerzo y entusiasmo debería estar dirigido a restaurar a otros y, nunca, a hundirlos más en su situación o necesidad. Mucha carnalidad se disfraza de sana doctrina y odio al pecado.

En segundo lugar, deberíamos honrarnos los unos a los otros. Esta es la recomendación que nos da el apóstol en Romanos 12:20. El diccionario define honrar como el respecto y la estima que ofrecemos a otros. Nunca se ha visto un cuerpo en el que unos miembros compitan contra los otros. Si nos honráramos entre nosotros se acabaría todo tipo de competencia entre diferentes partes del cuerpo de Cristo.

La práctica de la honra nos ayudaría a ver que el triunfo de otros miembros del cuerpo en cualquier campo es, en definitiva, nuestro propio triunfo, ya que, al fin y al cabo, se trata del triunfo del cuerpo en su conjunto. Tristemente, se da el caso de creyentes, iglesias u organizaciones que se alegran del fracaso de los planes, iniciativas o proyectos de otros. Del mismo modo, algunos miembros del cuerpo maniobran para impedir el crecimiento o las empresas que otros miembros desean llevar a cabo. Parece una locura ¿verdad? Sin embargo, todos sabemos que es tristemente una realidad que se da entre nosotros.

Jerry Bridges, en su libro antes citado, lo explica de la siguiente manera: "Tendemos a pensar de nosotros mismos de forma individual o como miembros de un grupo particular de cristianos, en vez de hacerlo como miembros del cuerpo de Cristo." El resultado de esta limitada visión es la competición en vez de la cooperación. Es el ver, consciente o inconscientemente a otros como nuestros competidores en vez de verlos como parte de nuestro mismo cuerpo. Esto explica tanta incapacidad o falta de deseo para unir esfuerzos para la causa suprema del cumplimiento de la Gran Comisión.

Ser miembros del mismo cuerpo no significa carecer de convicciones y énfasis propios. !En absoluto! No estamos afirmando que debamos renunciar a nuestras propias formas de ver, entender y vivir la vida cristiana. Estamos afirmando que éstas, aunque legítimas, deberían ser siempre expresadas con amor y respeto y no deberían ser un obstáculo para valorar y cooperar con otros miembros del mismo cuerpo.

Una tercera implicación sería el orar los unos por los otros. Demasiado a menudo, nuestra oración tiene un énfasis demasiado personal. No nos cuesta orar por nosotros y nuestras familias, incluso tal vez por nuestra congregación local. Sin embargo, perdemos de vista que Dios nos ha dado la posibilidad y la responsabilidad de ser de bendición, por medio de la oración, a todos los miembros del cuerpo de Cristo. Cuando oramos Dios bendice en respuesta a nuestras súplicas y plegarias. Tal vez nunca podremos ministrar de forma presencial en otras ciudades, países o continentes, pero Dios nos da la oportunidad por medio de la oración de llegar y ministrar más allá de nuestras limitadas posibilidades físicas.

Hemos llegado al final de este estudio. En el mismo, hemos visto que toda relación tiene dos aspectos, el objetivo y el subjetivo. En nuestra relación con Dios se expresan por medio de nuestra unión con Él, es decir, la participación en su vida, y nuestra comunión con Él, es decir, nuestro tiempo personal, íntimo y diario con Él.

Lo mismo sucede con nuestra relación con los creyentes. Desde el momento de la conversión hemos sido incorporados a un cuerpo y somos participes de la vida espiritual de Cristo, juntamente con todos los otros miembros de ese cuerpo. Esta es la parte objetiva de la relación. La parte subjetiva es el cuidado, el amor, la honra y el respeto que hemos de practicar con todos, sin exclusiones, los miembros de ese cuerpo.


OBSERVACIÓN


1. Anota las tres cosas más importantes que has aprendido al llevar a cabo este estudio

2. Lee nuevamente los versículos correspondientes al texto base. ¿Qué te enseñan respecto a la vertiente objetiva y subjetiva de la relación que tenemos con Dios y con el resto de los creyentes? Considera que no cada versículo trata de ambos aspectos, por tanto, no necesariamente en cada cita has de encontrar enseñanzas sobre las dos vertientes.


Pasaje Vertiente objetiva de la relación Vertiente subjetiva de la relación

Romanos 12:5

Romanos 12: 10,13,15

Romanos 8:16-17

1 Corintios 1:8-9

1 Corintios 12:27

Gálatas 4:4-5

Efesios 1:5

Efesios 5:29-30


INTERPRETACIÓN


1. ¿Qué diferencia existe entre nuestra unión con Cristo y nuestra comunión con Él?

2. ¿Cómo se relacionan nuestra unión y nuestra comunión con Cristo?

3. ¿Qué significa que todos los creyentes somos participes de una vida común como resultado de nuestra unión con Cristo?

4. ¿Por qué afirmamos que todos los creyentes, no importa nuestra ubicación geográfica, énfasis doctrinales, organización eclesiástica o tradición religiosa somos hermanos en Cristo?

5. Si todos los creyentes somos hermanos en Cristo ¿Qué implicaciones prácticas se deducen o deberían deducirse de semejante realidad?

6. ¿Por qué se afirma que el hecho de que somos hermanos en Cristo ha de ser la base sobre la cual edifiquemos la práctica de la comunión con otros creyentes?

7. ¿De qué modo entender el hecho de que me une una relación especial con todos y cada uno de los creyentes puede ayudarme a evitar actitudes y conductas tales como la murmuración, la crítica, la competitividad, el rechazo de otros por sus opiniones o énfasis, etc.?



APLICACIÓN


1. Piensa por un momento en tu propia situación personal ¿Tienes problemas para aceptar a otros hermanos por sus énfasis doctrinales o formas peculiares de vivir la vida cristiana? Si es así, ¿qué cosas prácticas puedes hacer para amarlos y aceptarlos como hermanos sin que ello implique renunciar a tus legítimas convicciones? ¿Qué puedes hacer para combinar ambas cosas?

2. ¿Tienes problemas de competición con otros creyentes, iglesias u organizaciones cristianas? ¿Qué deberías hacer para evitarlos?

3. ¿De qué modo lo estudiado en este estudio te puede ser de ayuda para vivir de forma más intensa esta relación especial que tienes con todos y cada uno de los creyentes que te rodean? Por favor, trata de ser específico.

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