ESTUDIO 6
EL COMPAÑERISMO DE COMPARTIR LAS NECESIDADES
IDEA CLAVE
El Nuevo Testamento nos enseña que compartir nuestras posesiones con aquellos que están en necesidad es una de las facetas más importantes del compañerismo cristiano
CASO DE ESTUDIO
El consejo de iglesia estaba reunido. Habían estado discutiendo durante dos horas y había sido imposible llegar a ningún acuerdo. Luis Pérez y Jorge Retrepo, los dos miembros más prominentes del consejo, sostenían ideas contrarias y, al parecer, totalmente irreconciliables.
No podemos ser insensibles a la situación de nuestros hermanos de la provincia del sur, comentó de forma enfática Luis Pérez, las inundaciones han dejado a muchas familias en una situación penosa, es nuestro deber ayudarles. Es una muestra de comunión y compañerismo.
Casi sin permitir que el hermano Pérez acabara, Jorge Restrepo volvió a exponer, una vez más, su opinión al respecto. Luis, una cosa no tiene nada que ver con la otra. Tú confundes los términos. Naturalmente que sentimos simpatía, dolor y compasión por nuestros hermanos, pero no olvides que el compañerismo no tiene nada que ver con compartir nuestros recursos económicos. Para compartir los recursos tiene que haber una unión, un vínculo más intenso que el mero hecho de ser creyentes. Si así fuera, deberíamos estar compartiendo con todos los creyentes del mundo y, no me negarás, que eso es totalmente imposible. Además, aquella gente ni siquiera pertenecen a nuestra propia denominación.
Jorge, añadió Luis pacientemente, soy consciente que es imposible compartir nuestros escasos recursos con todo el mundo. Sin embargo, la diferencia es que estos hermanos del sur, sean o no sean de nuestra denominación, nos han pedido ayuda para poder socorrer a una buena cantidad de familias necesitadas. Son nuestros hermanos en Cristo, no podemos hacer oídos sordos a sus lamentos y necesidades, ¿qué clase de compañerismo podemos tener con ellos si nos negamos a ayudarles?
Yo los reconozco como hermanos, comentó Jorge, y creo que tenemos un compañerismo espiritual, soy consciente de que somos miembros del mismo cuerpo, sin embargo, no me siento obligado como tú, creo que tenemos dos conceptos diferentes acerca del compañerismo cristiano.
Jorge Restrepo acabó su intervención con la frase "creo que tenemos dos conceptos diferentes acerca del compañerismo cristiano" Descríbelos:
• El concepto de Luis Pérez
• El concepto de Jorge Restrepo
¿Son correctos ambos conceptos? Si tú respuesta es positiva ¿Por qué ambos son correctos?
Si tu respuesta fue negativa ¿Cuál de ellos es correcto? ¿Por qué razón es correcto?
¿De qué modo crees que el compañerismo cristiano tiene relación con el compartir nuestros recursos?
TEXTO BASE
- "Compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad" (Romanos 12:13)
- "Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén. Pues les pareció bueno y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales" (Romanos 15:26-27)
- "Ahora, hermanos, queremos contaros cómo se ha mostrado la bondad de Dios en las iglesias de Macedonia. A pesar de las pruebas por las que han tenido que pasar, son muy felices; y pesar de ser muy pobres, sus ofrendas han sido tan generosas como si fueran ricos. Yo soy testigo de que han ofrendado lo que podían, y aún más de lo que podían. Nos rogaron mucho que les permitiésemos tomar parte en esta ayuda para el pueblo de Dios" (2 Corintios 8:1-3)
- "Así tendréis toda clase de riquezas, y podréis dar generosamente. Y la colecta que enviéis será motivo de que por medio de nosotros los hermanos den gracias a Dios. Porque al llevar esta ayuda a los hermanos, no sólo les llevamos lo que les hace falta, sino que los movemos a dar muchas gracias a Dios. Y alabarán a Dios, pues esta ayuda les demostrará que vosotros obedecéis al evangelio de Cristo,, y también honrarán a Dios por vuestra contribución para ellos y para todos" (2 Corintios 9:11-13)
- "Incúlcales que practiquen la virtud, que atesoren buenas obras, que sean generosos y desprendidos" (1 Timoteo 6:18)
- "Y no os olvidéis de hacer el bien y compartir vuestras cosas con los demás, pues esos son los sacrificios que agradan a Dios" (Hebreos 13:16)
- "Ahora bien, si quien nada en la abundancia ve que su hermano está necesitado y cierra el corazón, ¿tendrá valor para decir que ama a Dios?" (1 Juan 3:17)
INTRODUCCIÓN
Compartir nuestros recursos y posesiones materiales con aquellos que están en necesidad es el uso que con más frecuencia se hace de la palabra koinonia en las páginas del Nuevo Testamento. Esto puede producirnos cierta sorpresa, especialmente, porque estamos acostumbrados a identificar el compañerismo cristiano, de forma básica y primaria, con nuestras relaciones sociales con otros miembros de la iglesia o con otros creyentes de otras iglesias y denominaciones. Pero, por sorprendente que nos parezca, koinonia, si bien no de forma exclusiva, es mayoritariamente identificada en la segunda parte de la Biblia con el compartir los recursos para satisfacer a aquellos en necesidad. No debería extrañarnos, ya indicamos que una de las vertientes o facetas del compañerismo cristiano es compartir con otros, por tanto, resulta natural que algo que podamos compartir sean nuestros recursos con aquellos que se encuentran en necesidad.
Tener cuidado de otros creyentes, preocuparnos por satisfacer sus necesidades más perentorias es, sin duda, una clara expresión de nuestro amor por ellos. Si vuelves a repasar los pasajes del texto base notarás que hemos resaltado con letra cursiva la palabra usada en castellano para traducir el término griego koinonia. Compartir con otros nuestra vida espiritual, pero también nuestros bienes y posesiones es una clara expresión de compañerismo cristiano, de koinonia, para con otros creyentes.
Compartir nuestros bienes y posesiones es nuestra responsabilidad. La Palabra de Dios nos lo muestra con total y meridiana precisión, nos exhorta a que compartamos nuestros recursos con otros. Es importante para nosotros entender que compartir no es una cuestión optativa, no es un asunto de benevolencia o piedad personal, se trata más bien de una responsabilidad, de una necesidad a la que nos vemos llamados e impulsados por las Escrituras.
No damos porque somos piadosos. No damos porque las necesidades de otros apelan a nuestras emociones. Tampoco damos porque el sentimiento positivo y gratificante que experimentamos al dar. Damos primera y primordialmente porque necesitamos y queremos ser obedientes a Dios. El Dios mismo quien nos ha dado el mandamiento de compartir. Llegados a este punto es importante para nosotros recordar que la Biblia nos enseña que nuestra obediencia es una clara muestra de nuestro amor hacia el Señor.
Algunas personas, de forma equivocada, animan a otros a dar porque de esta manera Dios les dará a ellos. Dan para recibir. Sin embargo, no es esta la motivación que el Señor nos enseña ha de regir nuestro dar. Damos en obediencia, una obediencia que es una respuesta al amor incondicional del Señor hacia nosotros. Es posible, que el dar conlleve como resultado, o tal vez no, las bendiciones de Dios, pero en ninguna manera ésta ha de ser la razón que nos mueva a compartir con otros. No debemos confundir los posibles resultados con las motivaciones.
En la Biblia encontramos que Dios nos da a fin de que nuestros recursos, nuestra abundancia, pueda suplir las carencias y necesidades de otros (2 Corintios 8, especialmente los versículos 12 al 15). Realmente, resulta un tanto difícil el creer que puede existir una auténtica kononia cuando nos mostramos insensibles a las necesidades de aquellos con los que compartimos una vida en común.
Es precisamente el hecho de que todos los creyentes, sin importar nuestro trasfondo social, político, cultural, económico o geográfico, compartimos una vida en común lo que da sentido al compartir, es la razón que justifica y explica el porqué es tan importante y natural que compartamos nuestros recursos. Ya indicamos en un estudio anterior que al aceptar a Cristo pasamos a formar parte de su cuerpo en calidad de miembros. Un cuerpo del cual Él es la cabeza rectora y, todos los demás, miembros los unos de los otros.
Partiendo de esta realidad no podemos, bajo ningún concepto, ser insensibles al dolor y a las necesidades de otros miembros de ese cuerpo. El apóstol Pablo nos enseña con total claridad que cuando un miembro de ese cuerpo sufre, todos los demás solidariamente deberían sufrir. Tiene todo el sentido del mundo, cuando un miembro sufre, todo el organismo sufre con él de forma solidaria, incluso, cuando otros miembros no experimentan directamente los resultados del dolor, la necesidad, la enfermedad. ¿Sería exagerado afirmar que cuando un cuerpo no funciona de ese modo, algo malo, patológico está sucediendo?
Los primeros cristianos tuvieron una clara percepción del principio espiritual antes mencionado, también la tuvieron de las implicaciones prácticas que ello conllevaba. Sin duda aquello fue lo que movió a los cristianos de la comunidad de Jerusalén a compartir sus propiedades para que las necesidades del cuerpo, en su conjunto, fueran satisfechas. Eso mismo impulsó también a los cristianos de Filipos. Su caso es, si cabe, todavía más significativo. Al fin y al cabo los cristianos de Jerusalén fueron solidarios con personas de su propia ciudad y comunidad. No fue así el caso de los cristianos de la ciudad helénica de Filipos, ellos se sintieron responsables y quisieron ministrar a creyentes de los que nada sabían y a los que nunca conocerían de forma personal. Sin embargo, su koinonia les movió a ese tipo de responsabilidad.
Compartir nuestros recursos es un privilegio. De nuevo son los filipenses los que nos iluminan el camino a seguir. Ante la tremenda necesidad económica que se había dado en la iglesia de Jerusalén el apóstol Pablo decidió recoger finanzas entre todas las iglesias cristianas que estaban en su círculo de influencia. Pablo, conocedor de la extrema situación económica de la iglesia en Filipos decidió exonerarles de la carga de tener que contribuir. Sin duda, la situación de aquella comunidad debía ser muy dura para que el apóstol tomara semejante decisión.
No sabemos muy bien por medio de qué conductos, pero la noticia de la ofrenda llegó a oídos de los cristianos de Filipos. Estos, al enterarse de que habían sido excluidos se sintieron molestos, molestos porque se les negaba el privilegio de poder tener koinonia práctica con otros creyentes ministrándolos en sus necesidades. Su respuesta no se hizo esperar, se pusieron en contacto con Pablo y le pidieron insistentemente que se les permitiera el privilegio de colaborar en ministrar las necesidades de los santos en Jerusalén.
Las personas que están acostumbradas a dar experimentan el privilegio y el gozo de poder ser parte en los planes del Señor para ministrar a otros creyentes en sus necesidades El es gozo que se desprende de saberse en la voluntad de Dios, de ser consciente de ser un instrumento en las manos del Señor para llevar a cabo sus propósitos en la vida de otros creyentes.
Finalmente, compartir nuestros recursos da gloria a Dios. Cuando creyentes, compartiendo sus recursos, satisfacen las necesidades de otros creyentes, Dios es glorificado. El Señor recibe gloria porque los creyentes que son ministrados son conscientes de que Dios ha cumplido su promesa de ministrarles y cuidarles y lo ha hecho por medio de otros hermanos, otros miembros del cuerpo de Cristo. Jerry Bridges, en su obra ya varias veces citada, dice a este respecto:
Dios usa una variedad de personas y medios para llevar a cabo su obra. Él ha prometido suplir las necesidades de sus hijos, y a menudo, lo hace por medio de otros hijos suyos. Él ha ordenado que los miembros del cuerpo deberían cuidar los unos de los otros por medio del mutuo dar
Dios es, además, doblemente glorificado. Lo es porque nuestro Señor siempre recibe gloria cuando sus hijos son obedientes a sus mandamientos. Lo es porque aquellos que han sido ministrados en sus necesidades económicas dan gloria y gratitud al Señor por su fidelidad.
OBSERVACIÓN
1. Anota las tres cosas más importantes que has aprendido al llevar a cabo este estudio
2. Repasa de nuevo todos los versículos correspondientes al texto base. Anota que te enseñan acerca del compartir como un mandamiento y como un privilegio y un medio para glorificar a Dios.
Pasaje -El compartir como un mandamiento -El compartir como un privilegio y un medio para glorificar a Dios
Romanos 12:13
Romanos 15:26-27
2 Corintios 8:1-3
2 Corintios 9:11-13
1 Timoteo 6:18
1 Juan 3:17
Hebreos 13:16
INTERPRETACIÓN
1. Somos miembros de un mismo cuerpo. Debemos compartir para cubrir las necesidades de otros creyentes ¿Qué relación existe entre ambas verdades espirituales?
2. Lee de nuevo Romanos 15:26-27 y 2 Corintios 9:13-14
a. ¿Por qué crees que los filipenses consideraban un privilegio colaborar?
b. ¿Por qué Dios era glorificado por medio de aquella ofrenda?
c. Ponte en el lugar de los filipenses. Eran personas pobres y con necesidades. Ellos se privaban para cubrir las necesidades de los cristianos de Jerusalén, gente que ni conocían, ni probablemente conocerían nunca
c1. ¿Qué crees que les motivó a hacerlo?
c2. ¿Qué te enseña su acción acerca de su concepto de KOINONIA?
3. ¿Qué significa que somos colaboradores de Dios para ministrar las necesidades de otros?
4. ¿Es correcto afirmar que nuestro concepto de compañerismo no es bíblico si no incluye el compartir nuestros recursos con otros hermanos? Justifica tu respuesta
5. Lee 1 Juan 3:17 ¿Qué quería enseñar Juan por medio de este pasaje?
APLICACIÓN
1. ¿Incluye tu compañerismo cristiano el compartir tus recursos con aquellos que están en necesidad?
2. Toma unos minutos para pensar tranquilamente
a. ¿Qué necesidades materiales existen a tu alrededor?
b. ¿Qué puedes y debes hacer para satisfacer esas necesidades. Por favor haz un esfuerzo para ser práctico.
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