viernes, 17 de octubre de 2008

EL COMPAÑERISMO ESPIRITUAL V




ESTUDIO 5
EL COMPAÑERISMO ESPIRITUAL


IDEA CLAVE


El compañerismo espiritual es una íntima comunión con otros creyentes, a través de la cual, compartimos de la cual ministramos a otros creyentes y somos ministrados por ellos en diferentes áreas.



CASO DE ESTUDIO


Pablo lo estaba pasando realmente mal estos últimos meses. Hacia cinco años que era pastor de jóvenes de la Primera Iglesia Interdenominacional de su ciudad. La pastoral juvenil había crecido ampliamente durante estos años gracias a su liderazgo. El crecimiento numérico del grupo había sido tan grande que se tomó la decisión de contratar a una persona para que trabajara con los adolescentes con dedicación exclusiva.

Aquí empezaron todos sus problemas. La iglesia contrató a Susana Salvatierra, como pastora para el grupo de adolescentes. Salvatierra era una muchacha soltera, muy guapa y atractiva y enormemente eficaz en su trabajo. Susana y Pablo, que tan sólo era unos cinco años mayor, hicieron un buen equipo desde el principio. Había una buena química entre ambos, no únicamente en el ámbito profesional, también en el ámbito personal.

Poco a poco Pablo sintió que sentía una clara atracción sexual hacia Susana. Aquella muchacha le gustaba y le atraía físicamente de un modo irresistible. Era difícil para Pablo evitar los pensamientos lujuriosos y el deseo de tener relaciones con ella.

Su culpabilidad aumentaba al mismo ritmo que su atracción. En ocasiones, incluso le pasaba por la mente la idea de seducirla y fugarse con ella, aunque eso significara dejar a su mujer y su hijita de dos años. Con el paso de las semanas su angustia aumentó. Sentía que si la presión continuaba no podría resistir más la tentación y acabaría haciendo alguna tontería. Sin embargo, no sabía qué hacer, ni a quién dirigirse. El liderazgo de la iglesia era muy estricto, la sola mención de sus tentaciones y problemas le habría valido el despido automático. Por otro lado, tampoco se sentía con libertad para compartir su carga con otros creyentes. Con algunos, porque sería incomprendido y juzgado, con otros porque sería una carga demasiado pesada para ellos, con otros por orgullo y necesidad de mantener su imagen. Pablo era consciente de necesitar ayuda, pero no sabía dónde encontrarla.

¿Qué opinas del problema de Pablo? ¿Crees que lo descalifica para el ministerio?

¿Por qué Pablo no puede recibir ayuda de otras personas? ¿Qué impide que pueda buscar ayuda?

¿De qué modo podría Pablo ser ayudado? ¿Cómo una relación espiritual íntima con otros creyentes podría ayudarle?

Si fueras amigo de Pablo e intuyeras el problema ¿Qué cosas podrías hacer para serle de ayuda?



TEXTO BASE

  • "Luego, Dios el Señor dijo: No es bueno que el hombre esté solo." (Génesis 2:18)
  • "Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. !Pero ay del que cae estando solo,, pues no habrá quién lo levante! Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor? Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Y, además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente" (Eclesiastés 4:9-12)
  • "Aunque en realidad se trataría de animarnos mutuamente con esa fe de la que tanto vosotros como yo participamos" (Romanos 1:12)
  • "Amaos de corazón unos a otros como hermanos y que cada uno aprecie a los demás más que a sí mismo" (Romanos 12:10)
  • "Guardaos mutuamente respeto en atención a Cristo" (Efesios 5:21)
  • "El mensaje de Cristo llene con toda su riqueza vuestros corazones, y sed de veras maestros y consejeros los unos de los otros" (Colosenses 3:16)
  • "Al contrario, animaos unos a otros cada día, mientras dura ese "hoy" de que habla la Escritura, para que ninguno de vosotros sea engañado por el pecado y su corazón se vuelva rebelde" (Hebreos 3:13)
  • "Y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y de toda clase de buenas obras. Que nadie deje de asistir a las reuniones de su iglesia, como algunos tienen por costumbre. Por el contrario, animaos unos a otros, tanto más cuanto que estáis viendo que se acerca el día del Señor" (Hebreos 10:24-25)

INTRODUCCIÓN


Dios ha diseñado la vida cristiana que necesitamos de Él y, a la vez, nos necesitamos los unos a los otros. Desde la antigüedad, ya Aristóteles mencionó definió al ser humano como un animal social, un animal que necesita y busca a otros. En la Palabra de Dios, ya en el libro de Génesis 2:18, el Señor afirmó que no era bueno que el hombre estuviera solo. Pensemos en esto por un momento, Adán tenía una relación única, singular y perfecta con Dios. Sin embargo, por las razones que únicamente Él en su soberanía decidiera, determinó que una parte de nuestras necesidades no iba a ministrarlas o satisfacerlas Él mismo de forma directa, sino más bien lo haría por medio de otros seres humanos. Todos sabemos que el pasaje del primer libro de la Biblia se refiere al matrimonio, sin embargo, el texto de Génesis puede ser interpretado en un sentido más amplio, y uno limitado únicamente al matrimonio.

Nadie puede vivir la vida cristiana de forma solitaria y aislada. Ya afirmamos en el primer estudio de este libro que el compañerismo no era una opción, sino más bien un propósito de Dios para el creyente. Además de ser una mandamiento, el compañerismo cristiano es una necesidad, debido a la propia naturaleza del ser humano. Debido a ello, la comunión, esta faceta de la KOINONIA bíblica, no es un lujo, sino una auténtica necesidad, vital para nuestra supervivencia espiritual.

Vimos que KOINONIA no sólo implica compartir una vida común con Cristo, comprobamos también que implicaba compartir con otros creyentes aquello que Él nos ha dado. En este contexto hemos de compartir con otros, haciéndolos partícipes, todo lo que Dios está haciendo en nuestras vidas, lo que Él nos está enseñando por medio de su Palabra y las experiencias y circunstancias de la vida cotidiana.

En su libro True Fellowship, del que ya hemos hablando en varias ocasiones, su autor, Jerry Bridges, cita al famoso escritor cristiano J.I. Packer, el cuál dice lo siguiente con relación al tema que estamos tratando:

"No deberíamos… pensar de nuestro compañerismo con otros cristianos como un lujo espiritual, una adición opcional a nuestros ejercicios de devoción privada. Por el contrario, deberíamos reconocer que tal compañerismo es una necesidad espiritual; ya que Dios nos ha hecho de tal manera que nuestro compañerismo con Él es alimentado por nuestro compañerismo con otros cristianos,

La experiencia y la lógica nos indican la necesidad vital que tenemos de la comunión con otros creyentes. Ahora bien, si esto no fuera suficiente, tenemos también las claras indicaciones de la Palabra de Dios en el mismo sentido y dirección. Recordemos las palabras que encontramos en el libro de Eclesiastés 4:9-10:

"Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. !Pero ay del que cae estando solo,, pues no habrá quién lo levante! Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor? Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Y, además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente"

La ayuda de los demás es muy importante, especialmente, en aquellos esfuerzos de larga duración, !Y qué duda cabe que la vida cristiana lo es! Permíteme ilustrarlo con una anécdota personal. Hace un tiempo decidí correr la maratón, una carrera atlética de larga distancia, que consiste en recorrer 42 kilómetros. Durante varios meses me estuve preparando de forma concienzuda con otra amigo cristiano. El entrenamiento consistía en acumular la mayor cantidad posible de kilómetros, por eso, ambos procurábamos dedicar cada día una hora, o incluso más, a correr para estar en forma.

Finalmente llegó el día de la carrera. A pesar de toda la preparación y entrenamiento, mi compañero tuvo que abandonar la carrera en el kilómetro 30 aproximadamente. Así pues, restaban 12 kilómetros para poder llegar a la meta para la que tanto esfuerzo e ilusión había dedicado. Fue una distancia tremendamente difícil de recorrer. No únicamente sentí mucho más el cansancio físico, sino también el mental y emocional. La soledad hacía que fuera cada vez más difícil continuar hacia la meta.

Cuando faltaban escasamente cuatro kilómetros para llegar al final, me planteé seriamente la posibilidad de abandonar y tirar todo el esfuerzo por la borda. En aquel momento un corredor de edad muy avanzada se puso a mi lado. Probablemente aquel hombre debería sobrepasar los sesenta y cinco años de edad. Viéndome en una situación muy difícil le pedí si podía continuar la carrera a su lado, de lo contrario abandonaría. Aquel hombre, no sólo disminuyó su velocidad para que yo pudiera correr a su mismo ritmo, también estuvo animándome durante toda la distancia que restaba hasta la meta.

Pude finalizar la carrera, sin embargo, he de admitir que hubiera sido totalmente imposible para mí de no haber contado con la ayuda de aquel corredor veterano. Su disposición a seguir mi ritmo, su preocupación por mí y sus constantes ánimos me ayudaron a llegar a la meta. ¿Hace falta más explicación para poder ver el paralelismo con la comunión entre los creyentes?

La vida cristiana es, en varias ocasiones, comparada con una carrera, con una carrera de larga distancia, de resistencia. Pero no siempre tenemos la motivación, el ánimo, las fuerzas y el coraje para seguir adelante. Dios pone a nuestro lado otros corredores para que con su ánimo y estímulo nos ayuden a seguir adelante, a la meta.

En el texto base hemos tenido la oportunidad de leer los pasajes que se hallan en Hebreos 3:13 y 10:24 y 25. En estos versículos se nos mencionan dos aspectos más de la comunión entre los creyentes. En primer lugar, el animarnos cuando hemos caído o estamos en situación o peligro de caer en la tentación y el pecado. El segundo lugar, el animarnos, el estimularnos mutuamente a practica el bien, a vivir de tal manera que honremos al Señor y e pueda tener contentamiento con nuestras vidas. Ayudarnos, pues, a practicar el bien y a evitar el mal.

La presión del grupo no necesariamente siempre ha de ser negativa. Los grupos pueden influir para bien o para mal. La presión -vista esta en un sentido positivo- de nuestros amigos y compañeros cristianos puede ser una fuente de inspiración, ánimo y estímulo para evitar el pecado y vivir una vida de santidad.

Valga la pena aquí mencionar que la necesidad del apoyo y ánimo de los demás no es algo exclusivo únicamente de los laicos. También los líderes y las personas que estamos dedicadas al ministerio cristiano a tiempo completo tenemos esa necesidad. Es falta, e incluso yo afirmaría que perniciosa, la extendida creencia de que el líder ha de ser perfecto y totalmente carente de necesidades. Tristemente, muchos líderes cristianos asumen esa idea y viven aislados y solitarios, sin poder compartir ni verbalizar sus necesidades y, por tanto, sin poder recibir ningún tipo de ayuda, estímulo y socorro de partes de los demás.

Pablo nos demuestra la falacia de tal tipo de razonamiento. Él nos muestra claramente que no es así, él necesitaba la comunión espiritual con otros cristianos y así lo manifestó abiertamente en Romanos 1:12 cuando escribiendo a los creyentes que vivían en Roma les dijo: "Porque deseo veros y prestaros alguna ayuda espiritual, para que estéis más firmes; es decir, para que nos animemos unos a otros con esta fe que vosotros y yo tenemos" ¿Pura retórica de parte del apóstol? !Lo dudo! Pablo estaba expresando una necesidad auténtica y, además, genuina.

Jerry Bridges, a quien ya hemos mencionado en varias ocasiones, indica que son necesarias dos condiciones básicas para poder tener y vivir esta faceta de la KOINONIA cristiana. En primer lugar, menciona que es preciso tener una comunión viva y dinámica con Dios. Si no pasamos tiempo con el Señor no podemos conocerle ni aprender de Él, por tanto, no tendremos nada que compartir con otros creyentes. Tiene todo el sentido del mundo ¿verdad? Al fin, y al cabo, la Biblia ya advierte que "de la abundancia del corazón habla la boca"

En segundo lugar, hemos de responsabilizarnos de otros y comprometernos con ellos. Este compromiso implica:

1. Evitar el síndrome de Caín. Caín no consideraba tener ningún tipo de responsabilidad acerca de su hermano y, así de claro, se lo manifestó al Señor. Nuestra sociedad occidental es muy dada al individualismo y, por tanto, al cainismo. Cada persona se preocupa de sí misma y no parece sentir como propias las cargas, los problemas y las necesidades de las personas que le rodean. Tristemente, el síndrome de Caín, está llegando a nuestras propias comunidades y nos convierte en seres insensibles, indiferentes e irresponsables ante los demás

2. Considerar las cargas y las necesidades de los otros como propias. La Palabra de Dios es clara en este sentido y, este punto, como es evidente está íntimamente ligado con el anterior. La Biblia nos dice que sobrellevemos los unos las cargas de los otros, también nos indica que tengamos la capacidad y la sensibilidad de gozarnos con los que se gozan y llorar con los que lloran.


3. Confidencialidad y respeto. La comunión espiritual ha de crear un clima de libertad para compartir las cargas, las tentaciones, las luchas e incluso las caídas. Todo ello es totalmente imposible si no existe un clima de respeto hacia la personal y absoluta y total confidencialidad con respecto a la información compartida.

4. Disponibilidad. Una comunión de este tipo no puede mantenerse con un número muy amplio de personas, más bien, se da con poca gente, personas con las que se puede llegar a un cierto grado de relación e intimidad. No obstante, y a pesar, de la limitación, hemos de estar disponibles para que el Señor nos muestre con quién establecer este tipo de comunión.

Ahora bien, sin duda, estamos de acuerdo en la necesidad de la comunión espiritual con otros creyentes. De hecho, este es uno de los valores que más a menudo se le da a la palabra compañerismo, pero, ¿qué significa esto en la práctica? Veamos algunos aspectos específicos en los que podemos concretar nuestra comunión con otros creyentes.

1. Compartir la Palabra. La comunión, el compañerismo espiritual, debe girar alrededor de la Biblia. Podemos compartir con otros aquello que nuestro Dios no está enseñando en nuestro tiempo diario o regular de comunión con Él. Evidentemente, esto es imposible, si no invertimos y nos pasamos tiempo con Dios. Esta es la razón por la cual, tan a menudo, muchos creyentes no tienen nada que compartir o decir, no hay nada que Dios les haya enseñado, porque no hay tiempo de comunión con Él.

Cuando hablamos de compartir lo que el Señor no está enseñando no nos referimos a nuestra erudición o conocimiento intelectual de las Sagradas Escrituras, más bien nos referimos a aquellas cosas que recibimos de Él y pueden ser de estímulo para otros en su vida cotidiana.

2. Nuestras cargas y necesidades. Nuestro compañerismo espiritual ha de crear y permitir un ambiente en el que sea posible ser genuinos y auténticos, ser nosotros mismos sin tener que disimular o llevar puesta una máscara de espiritualidad. Un ambiente de este tipo ha de estar caracterizado por el amor y la aceptación incondicional. Ha de ser un ambiente de gracia en el cual sea posible compartir nuestros pecados, tentaciones, pruebas, fracasos, miedos y todo aquello que sea una carga para nosotros. Un ambiente, donde todo exista la seguridad de que no seremos juzgados, rechazados ni condenados, lo cual, junto con nuestro orgullo a reconocer que tenemos necesidades, pueden ser las dos causas que nos impidan vivir la bendición de ser de ayuda y ser ayudados por otros.


3. Mutua supervisión. Es el concepto que se encuentra detrás de las enseñanzas de Colosenses 3:16, "Que el mensaje de Cristo esté siempre presente en vuestro corazón. Instruíos y animaos unos a otros con toda sabiduría…" y Efesios 5:21, "Someteos los unos a los otros, por reverencia a Cristo"

La mutua supervisión es la disposición a que otro creyente, a quien previamente tú le has dado esa autoridad, te cuestione y te supervise en aquellas áreas de tu vida que hayáis acordado. Puede ser en el área de las finanzas, o tal vez, de tu pureza sexual. Conozco creyentes que tienen este tipo de supervisión en esas áreas de sus vidas. Otros, dado a que tienen una cierta tendencia a ser desequilibrados con el uso de su tiempo, se someten a supervisión en ese aspecto conflictivo de sus vidas. Pero la supervisión no necesariamente ha de ser con relación a áreas de pecado o debilidad. Podemos ser, así mismo, supervisados en nuestros planes, en metas que deseamos alcanzar o en proyectos que hemos acometido o estamos por acometer.

Si la mutua supervisión es una necesidad para todo creyente, no es descabellado ni exagerado afirmar que todavía lo es más para aquellos creyentes que están en una posición de liderazgo. Podemos afirmar tajantemente que a mayor proyección pública de nuestro liderazgo, más necesidad de supervisión. Y esto, es así, debido a que tenemos más responsabilidad, más presiones y más implicaciones en todo aquello que hacemos y/o dejamos de hacer.

Finalmente, para acabar esta introducción vamos a reproducir las cualidades, que en opinión del citado escritor, Jerry Bridges, deberíamos tener, por un lado nosotros mismos y, por otro lado, buscar en aquellos con los que deseamos tener este tipo de compañerismo espiritual.

1. Un deseo, respaldado por acciones, de crecer en el Señor en dos áreas, en nuestro carácter personal y en el ministrar a otros.

2. Una habilidad para entender e identificarnos con las necesidades, frustraciones y tentaciones de otros, pero de una forma objetiva. Las personas necesitan comprensión, pero no lástima.

3. Una habilidad para ser totalmente confidencial, de esa manera, las personas podrán compartir lo que hay en lo más profundo de sus corazones.

4. Una disponibilidad y voluntad para comprometernos a buscar el bienestar espiritual de otros.

5. La madurez para reconocer que no tenemos todas las respuestas para las necesidades de la vida, pero que estamos dispuestos juntamente con ellos a agonizar, orar e investigar las Escrituras en busca de respuestas.

6. Una disponibilidad y voluntad para ser honestos con las personas, no permitiendo que una persona continúe sin ser desafiada en una actitud o acción que es incorrecta.



OBSERVACIÓN


1. Anota las tres cosas más importantes que has aprendido al llevar a cabo este estudio

2. Repasa de nuevo todos los pasajes del texto base y en el cuadro provisto a continuación anota lo que te enseñan acerca de la necesidad que tenemos los unos de los otros y cómo, de qué manera podemos expresar nuestro compañerismo espiritual. Recuerda que no necesariamente cada cita te proporcionará información sobre ambos aspectos.


Pasaje

La necesidad que tenemos de compañerismo espiritual
Cómo, de qué manera podemos expresar nuestro compañerismo espiritual

Génesis 2:18

Eclesiastés 4:9-12

Romanos 1:12

Romanos 12:10

Gálatas 6:2

Efesios 5:21

Colosenses 3:16

Hebreos 3:13

Hebreos 10:24-25

Santiago 5:16



INTERPRETACIÓN


1. ¿Es posible afrontar la vida cristiana en solitario? ¿Qué razones prácticas pueden justificar tu respuesta?

2. ¿Por qué la comunión cristiana no es un lujo sino una auténtica necesidad?

3. La presión o la influencia del grupo no necesariamente ha de ser negativa. De hecho, el compañerismo cristiano, es una clara indicación de que la influencia de otras personas puede tener un efecto benéfico sobre nuestras vidas. ¿De qué modo la comunión íntima con otros cristianos puede ser una influencia positiva para nosotros?

4. ¿Cuáles son las dos condiciones básicas para poder experimentar esta dimensión de la KOINONIA bíblica?

5. ¿Qué razones pueden impedir el desarrollo de una auténtica comunión espiritual con otros cristianos?

6. ¿Qué características pedirías a una persona con la que desearas establecer una comunión espiritual íntima?


APLICACIÓN


1. ¿Tienes una persona o personas con las que puedas tener una comunión espiritual íntima? En caso negativo, ¿crees que te sería de ayuda el contar con este tipo de compañerismo espiritual? Si tu respuesta es positiva, dedica ahora mismo un tiempo a pedirle al Señor que te provea de este tipo de personas o personas. Haz de ello una oración constante hasta que las veas respondida.

2. ¿Estás disponible para que Dios pueda usarte para ser de ayuda para otros creyentes? ¿Buscas oportunidades para ello, o estás demasiado centrado en tus propias necesidades?


3. Jerry Bridges, en su libro, True Fellowship, indica las cualidades que deberíamos tener y buscar en las personas con las que deseemos tener una íntima comunión espiritual. A continuación, las hemos colocado en una cuadro, de tal forma, que puedas hacer una evaluación de tu vida a la luz de las mismas.


Un deseo, respaldado por acciones, de crecer en el Señor en dos áreas, en nuestro carácter personal y en el ministrar a otros.
Desarrollo nulo Desarrollo escaso desarrollo bueno Mucho desarrollo

Una habilidad para entender e identificarnos con las necesidades, frustraciones y tentaciones de otros, pero de una forma objetiva. Las personas necesitan comprensión, pero no lástima.
Desarrollo nulo Desarrollo escaso desarrollo bueno Mucho desarrollo

Una habilidad para ser totalmente confidencial, de esa manera, las personas podrán compartir lo que hay en lo más profundo de sus corazones.
Desarrollo nulo Desarrollo escaso desarrollo bueno Mucho desarrollo

Una disponibilidad y voluntad para comprometernos a buscar el bienestar espiritual de otros. Desarrollo nulo Desarrollo escaso desarrollo bueno Mucho desarrollo

La madurez para reconocer que no tenemos todas las respuestas para las necesidades de la vida, pero que estamos dispuestos juntamente con ellos a agonizar, orar e investigar las Escrituras en busca de respuestas.
Desarrollo nulo Desarrollo escaso desarrollo bueno Mucho desarrollo

Una disponibilidad y voluntad para ser honestos con las personas, no permitiendo que una persona continúe sin ser desafiada en una actitud o acción que es incorrecta.
Desarrollo nulo Desarrollo escaso desarrollo bueno Mucho desarrollo


4. Una vez llevada a cabo la evaluación ¿Qué cosas prácticas puedes hacer para mejorar en aquellas cualidades en que precises hacerlo?

5. Podemos compartir con otros tan sólo en la medida en que nosotros mismos recibimos y aprendemos de Dios. El estudio y la meditación de la Biblia son pieza clave para ello. A continuación, te sugerimos tres sencillos pasos que te ayudarán a sacarle el máximo provecho a tu estudio de la Biblia.

Primer paso: descubrir

Se trata de descubrir, de identificar, la información contenida en un determinado pasaje. Las preguntas claves que te ayudarán en este cometido son:

1. ¿Qué información aparece en este pasaje?
2. ¿Qué ideas se expresan?
3. ¿Acerca de qué se habla?


Segundo paso: Comprender

Se trata de comprender la información contenida en el pasaje que estás estudiando y que previamente has descubierto. Las preguntas claves que te ayudarán en esta tarea son:

1. ¿Qué significa lo que estás leyendo?
2. ¿Qué quiere decir este pasaje?


Tercer paso: Aplicar

Se trata de aplicar, de poner en práctica en tu vida cotidiana lo que has descubierto y entendido en el pasaje que estás estudiando. Las preguntas claves que te ayudarán en esta tarea son:

1. ¿Cómo puedes hacer de lo aprendido una realidad en tu vida diaria?
2. ¿Hay cosas que debes obedecer, evitar, imitar, confesar, cambiar, etc.?

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