ESTUDIO 1
EL COMPAÑERISMO NO ES UNA OPCIÓN
IDEA CLAVE
Dios nos llama y nos salva de forma individual y personal, sin embargo lo hace para añadirnos a una familia, a un cuerpo, a un pueblo. El cristianismo tiene dos dimensiones la individual y la colectiva que no son excluyentes sino complementarias
CASO DE ESTUDIO
-No te has de preocupar por mí Antonio, estoy bien, mi relación personal con el Señor funciona a las mil maravillas.
-Perdona José, -respondió Antonio- pero me cuesta mucho creerlo, hace más de seis meses que no pisas la iglesia ni has asistido al grupo de discipulado.
-Es cierto, pero no entiendo por qué te empeñas el ligar mi relación personal con Dios con la asistencia a las actividades de la iglesia. Creo que son dos cosas diferentes y que no necesariamente han de estar relacionadas. Si no leyera la Biblia, si no orara, si no hablara de mi fe con otros, entendería que estuvieras preocupado, pero no es mi caso, y tú lo sabes.
-Todo lo que dices tiene su coherencia, José, pero no estoy seguro que las cosas sean como tú las pintas. Aunque supongamos, sólo supongamos, que estás bien ¿qué pasa con tu compañerismo con otros creyentes? ¿no crees que hay cosas que puedes recibir de otros?, aún más ¿no crees que hay otros que pueden necesitar de tu ayuda?
-Antonio, yo no estoy cerrado a ayudar a nadie, estoy totalmente disponible. Si alguien necesita mi ayuda, no tiene más que dirigirse a mí, con todo el amor se la daré si está en mi mano. Pienso que eso forma parte de la vida cristiana, ayudarnos mutuamente y, yo no estoy cerrado en absoluto a hacerlo.
-Pero, ¿cómo puedes ayudar a otros si no estás en relación con ellos? !Nadie te pedirá ayuda si eres un extraño en sus vidas! ¿Cómo pretendes que se dirijan a ti si cada día que pasa eres más distante de todos los miembros de la comunidad?
-Convendrás conmigo que ese no es mi problema. Yo estoy disponible para todo el mundo, el Señor bien lo sabe.
-Pués tú dirás lo que quieras, José, pero a este paso la única ayuda que podrás dar a otros será virtual, a través de Internet. Además, tal vez ahora no ves o no quieres ver la necesidad de la comunidad, pero dime, ¿qué sucederá cuando tus hijos crezcan, cómo les ayudarás a entender la fe, con qué tipo de gente esperas que se relacionen?
¿Qué piensas de los argumentos de José?
¿Estás de acuerdo con ellos?
¿Están en línea con lo que enseña la Escritura?
¿Cómo podrías rebatirlos?
¿Qué podrías hacer para darle más luz acerca de la perspectiva bíblica?
TEXTO BASE
- "Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros" (Génesis 9:8-9)
- "Y pondré mi morado en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo" (Levítico 26:11-12)
- "Porque tú eres pueblo santo para el Señor tu Dios; el Señor tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra" (Deuteronomio 7:6)
- "Por eso te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi iglesia, y el poder del sepulcro no la vencerá" (Mateo 16:18)
- "En cuanto a ti, hijo mío, serás profeta del Dios altísimo, porque irás delante del Señor preparando su venida. Tú anunciarás la salvación a su pueblo y el perdón de los pecados. Para llenar de luz a los que viven en oscuridad y sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por caminos de paz" (Lucas 1:76-77;79)
- "Al llegar el día de Pentecostés continuaban todos reunidos en el mismo sitio" (Hechos 2:1)
- "Mi mandamiento es éste: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Juan 15:12)
- "Al finalizar su relato, intervino Santiago: Atendedme hermanos: Simón ha contado cómo Dios, desde el principio, se ha preocupado de los nos judíos, escogiendo entre ellos un pueblo para sí" (Hechos 15:13-14)
- "Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" (Tito 2:13-14)
INTRODUCCIÓN
Desde un punto de vista bíblico el compañerismo con otros creyentes no es una opción. Es cierto que somos salvados de forma individual y personal. La pertenencia a una familia, grupo social o étnico no garantiza, ni otorga automáticamente la salvación. Los factores antes mencionados pueden ayudar a ponernos en contacto con el mensaje de las Buenas Noticias, sin embargo, igualmente deberemos tomar una decisión personal, acerca de qué tipo de relación queremos establecer con Jesús.
Precisamente este aspecto es, en mi opinión, una de las grandes maravillas de la experiencia cristiana. Dios nos ha hecho únicos e irrepetibles. Del mismo modo, nos llama personalmente a un encuentro, también a nivel personal con Él. La relación que el Señor establece con cada uno de nosotros es exclusiva, si una de sus criaturas se pierde se produce un vacío que ningún otro ser creado puede llenar. !Qué increíble privilegio para cada uno de nosotros el ser amados y aceptados de forma individual por el creador de todo lo existente! El salmo 139 describe muy gráficamente ese tratamiento singular, único, personal que el Señor tiene con cada uno de nosotros.
Todo lo anterior es cierto, sin embargo, ser cristiano no es únicamente una experiencia personal con Dios, lo que podríamos llamar la vertiente vertical. Ser cristiano implica nuestra relación personal con otros creyentes -vertiente horizontal- Ambas forman parte de la misma realidad y ambas son inseparables. De la misma forma que una moneda tiene dos lados, dos caras, así mismo la experiencia cristiana tiene dos vertientes, dos facetas que no se pueden separar. No se trata de vivir la una o la otra, ambas deben ser vividas para poder tener una auténtica experiencia cristiana. Es cierto que circunstancias especiales han llevado a algunos creyentes a tener que vivir en soledad su experiencia cristiana. Personas que ha sido encarceladas o han llegado a la fe en contextos hostiles. Todo ello sucede y, probablemente, seguirá sucediendo en el futuro, no obstante, es importante entender que no es este el propósito que Dios tiene para sus hijos.
Podemos afirmar que la salvación es personal pero no es individual. Vivimos en una cultura acendradamente individualista. El individualismo, la exaltación de la persona, sus derechos y necesidades, por encima incluso de todo sentido comunitario forma parte de los valores de nuestra sociedad. El escritor y pensador cristiano James W. Sire, en su libro Discipleship of the mind (El discipulado de nuestra mente) al referirse al individualismo imperante en nuestra sociedad dice lo siguiente:
"El individuo es antes que la sociedad, que existe únicamente a través del contrato voluntario de individuos que tratar de sacarle el máximo partido a sus propios intereses personales. La idea es esta: antes que la sociedad viene el individuo. La sociedad es tan sólo una suma de individuos; no tiene status o significado propio, tan sólo el que los individuos le otorgan de forma voluntaria. Los seres humanos, desde esta perspectiva, no son esencialmente comunitarios, son individuales."
Expresado en lenguaje más llano diríamos que, lo importante soy yo, la sociedad sólo cuenta en la medida en que puedo sacar un provecho o interés de relacionarme con ella. No demás no importan, únicamente importan en la medida en que me gratifiquen, me interesen o me beneficien.
Los cristianos somos hijos de nuestra sociedad. Vivimos inmersos en ella, en sus prioridades, perspectivas de la vida y valores. Por este hecho tan simple no somos inmunes, en absoluto, a su influencia. El individualismo prevaleciente puede estar influenciando -incluso aunque no seamos conscientes de ello- nuestra forma de entender la fe y la relación con el Señor.
Esto puede hacer que tengamos la tendencia a vernos en primer lugar como individuos y, sólo después, y no siempre, como iglesia. Pero ya hemos insistido anteriormente, al respecto, la experiencia cristiana es personal, si, pero en absoluto individual. Somos salvados de forma personal pero con el propósito de pasar a formar parte de una nación, un pueblo, un cuerpo, una familia, la familia de Dios. Salvados como individuos para participar en una comunidad. Salvados personalmente para vivir la nueva relación, la nueva vida que se nos ha otorgado en una dimensión comunitaria. Esta es la perspectiva que la Biblia nos ofrece y, la contaminación ideológica procedente de nuestra sociedad, con el énfasis en el individualismo, no debería enturbiar nuestra visión bíblica de la fe y la experiencia cristiana.
La perspectiva comunitaria, la vertiente horizontal de la experiencia del conocimiento de Dios, está presente a lo largo de toda la Escritura. Acerquémonos de forma rápida al Antiguo Testamento. Sin duda, salta a nuestra mente la realidad de que la primera parte de la Biblia está precisamente llena de grandes figuras individuales. Gigantes que desarrollaron relaciones únicas y altamente significativas con el Señor. Es imposible negar esta evidencia que salta a la vista, incluso con una lectura muy superficial de la Palabra de Dios.
Noé, Abraham, Jacob, José, Josué, Sansón, David, y tantos otros, que podrían añadirse a esta lista. Ahora bien, es importante hacer una valoración más profunda de estos individuos. Al hacerlo, veremos que la relación que mantuvieron con el Señor estos individuos se dio en el contexto de un pueblo, de una comunidad y, precisamente, esta relación tan especial con el Señor en la inmensa mayoría de las ocasiones, si no en todas, repercutió en una increíble bendición para la comunidad, para el pueblo.
Otros desarrollaron esa relación fuera del contexto de un pueblo o una comunidad, sin embargo, el propósito y plan de formación de la misma estuvo siempre presente. Los pactos y las promesas hechas a Abraham y Jacob apuntan precisamente en la dirección de la formación de una comunidad que mantendría una especial relación con el Dios vivo.
El rastro del ideal y el propósito comunitarios es, sin duda, más fácil de seguir en las páginas y enseñanzas del Nuevo Testamento. Él mismo vino para fundar una iglesia -asamblea- sobre la cual, las puertas del infierno no tendrían ningún poder. Jesús se rodeó de un grupo muy especial de doce discípulos, número en el cual no es nada difícil el entrever el paralelismo con el pueblo de Israel. El apóstol Pablo al escribirle a Tito acerca del propósito del plan de la salvación ejecutado por Jesús dice lo siguiente:
"Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras."
Jesús vino para formar un nuevo pueblo, una nueva comunidad, una nueva familia, un nuevo cuerpo. Y está nueva comunidad establecería una especial relación con Dios y entre ellos mismos gracias al sacrificio llevado a cabo por Él en la cruz.
Los primeros cristianos tenían muy claro este sentido de comunidad. Una y otra vez aparece reflejado no sólo en las páginas del libro de los Hechos, sino en todo el Nuevo Testamento. Las enseñanzas de todos los escritores del nuevo pacto, apuntan en esa dirección y desarrollan el tema con profundidad. Todos los autores inspirados de la Escritura dan por sentada y claramente enseñan el aspecto comunitario de la fe cristiana. De hecho, podemos afirmar, que una buena parte de las enseñanzas que aparecen en los evangelios y las epístolas carecerían de sentido si no existiera la vertiente horizontal del ser cristiano. Seguro que hemos notado que la mayoría de los escritos del Nuevo Testamento están dirigidos a comunidades y, que incluso, aquellos que van dirigidos a individuos, estas personas, en muchos de los casos, estaban al frente de comunidades de creyentes.
El aspecto comunitario de la fe cristiana fue, como muchos autores afirman, el principal argumento evangelístico de la iglesia primitiva. Al comentar este punto, Dennis Hollinger, en su artículo The church as apologetic, afirma citando las palabras del escritor Robert Wilken:
"Los cristianos habían constituido un nuevo tipo de comunidad, una que era independiente de las instituciones políticas y sociales del imperio romano; no era territorial, es decir, definida por gente, una región geográfica o una ciudad, y su rito central, el Sacrificio, como era llamado en la cristiandad antigua, abarcaba viejos y jóvenes, hombres y mujeres, esclavos y libres, gentiles y judíos, ricos y pobres, educados y analfabetos. Semejante comunidad no tenía precedentes, y era una de los principales argumentos teológicos en la respuesta a la crítica que los paganos hacían del cristianismo.
La comunidad cristiana causó un increíble impacto en el corrompido mundo del imperio romano. Sin estar exenta de problemas, las transformadas relaciones de la comunidad causaron una honda impresión entre sus contemporáneos, fueron sin duda, el mejor argumento apologético que podía presentar la naciente fe cristiana.
Jesús nos dio un mandamiento nuevo, el amor entre nosotros -de nuevo el aspecto comunitario se hace presente- y nos indicó que este sería el distintivo por el cual los no cristianos podrían reconocer a los que se denominan discípulos de Cristo. Pero, ¿Cómo es posible que aquellos que no creen puedan ver el amor entre creyentes si estos no viven en un contexto de comunidad? Esta realidad, la necesidad de la comunidad para dar credibilidad a la experiencia cristiana ante los ojos de lo no cristianos, empalma con lo anteriormente dicho acerca del poder apologético de la vertiente comunitaria de la experiencia cristiana.
La Biblia no enseña nada acerca de una fe individual y solitaria. Por romántico y conveniente que pueda parecer no tiene lugar en las Escrituras. Por el contrario, la Palabra de Dios una y otra vez nos enseña que la experiencia de conocer a Dios tiene una dimensión corporativa que no puede ser obviada ni rechazada. Nuestra relación personal y comunitaria con Dios no son conceptos antagónico u opuestos, son dos caras de una misma realidad. El compañerismo cristiano no es una opción, forma parte del propósito para el que hemos sido salvados.
OBSERVACIÓN
1. Ya has tenido la oportunidad de leer la introducción al primer estudio. Anota las tres ideas, principios, conceptos, etc. Que más hayan llamado tu atención. Si es necesario repasa nuevamente el material.
2. Lee de nuevo los versículos correspondientes al texto base. Anota lo que cada uno de ellos enseña con relación al aspecto comunitario de la fe
INTERPRETACIÓN
1. Hemos afirmado que el individualismo prevaleciente en nuestra sociedad nos dificulta el poder tener una perspectiva correcta de la dimensión comunitaria de la vida cristiana ¿Qué debería ser hecho para contrarrestarlo? ¿Qué cosas prácticas nos pueden ayudar a reforzar la dimensión comunitaria de la experiencia de salvación? ¿Cuál puede ser tu contribución personal?
2. ¿Crees que la enseñanza del Nuevo Testamento muestra claramente el carácter corporativo de la fe cristiana? Justifica tu respuesta, ¿por qué lo crees así?
3. Las personas somos individuos, sin embargo, tenemos a la vez una clara dimensión y vocación comunitaria. Por eso, nuestra fe tiene estos dos aspectos, el personal y el corporativo ¿Cómo se complementan ambos? ¿Por qué ambos son necesarios? ¿Por qué la experiencia de la fe no es completa si falta uno de los dos aspectos? Razona tus respuestas
4. ¿Qué significa que la dimensión comunitaria fue el principal argumento evangelístico de la iglesia primitiva? ¿De qué modo nuestras comunidades pueden ser un argumento apologético para la sociedad en la que están ubicadas?
5. ¿Qué beneficios prácticos puede reportarte como individuo la dimensión corporativa de la fe cristiana?
6. ¿Qué aportación -a parte de la asistencia a las reuniones- estás haciendo a la dimensión corporativa de la experiencia cristiana? Si no estás haciendo ninguna, ¿Qué te impide hacerlo? ¿Qué puedes hacer para revertir esa situación?
APLICACIÓN
1. ¿Están presentes las dos dimensiones -individual y colectiva o corporativa- de la experiencia cristiana en tu vida personal? Si tu respuesta es negativa ¿Cuál es la causa de que una de ellas no esté presente?
2. La dimensión colectiva o corporativa de nuestra fe no se resuelve tan sólo asistiendo a una iglesia local, ni siquiera siendo miembro de la misma, es preciso también poner en práctica con los otros miembros de la comunidad los mandamientos que Cristo nos enseña.
Piensa en las palabras de Jesús en Juan 15:12 "Mi mandamiento es éste: Amaos los unos a los otros como yo os he amado"
a. ¿Qué crees que significan estas palabras de Jesús?
b. ¿Cuál es la definición bíblica de amor?
c. ¿Cómo nos ha amado Dios a nosotros? Piensa en Juan 3:16
d. ¿A quién en tu iglesia, grupo o comunidad podrías expresarle este tipo de amor? ¿Qué cosas prácticas deberías hacer?
3. Analiza tu vida. Si el compañerismo cristiano es un mandamiento, ¿En qué ha de cambiar tu conducta en esta área? Procura ser específico
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