viernes, 17 de octubre de 2008

SOCIOS DE UNA EMPRESA COMÚN IV




ESTUDIO 4

SOCIOS DE UNA EMPRESA COMÚN



IDEA CLAVE

Todos los creyentes tenemos el privilegio y la responsabilidad de ser socios en la empresa del cumplimiento de la Gran Comisión


CASO DE ESTUDIO

Angel, está levantando su sostenimiento económico para poder dedicarse con dedicación exclusiva, a un ministerio entre adolescentes en situación de riesgo, dentro de su propio país. En estos momentos, se encuentra en el comedor de la casa de los señores Aznar, un matrimonio de la iglesia a la que él asiste. Ángel está a punto de concluir la presentación de sus necesidades financieras.

-Honestamente hablando, a mí me gustaría que ustedes se dieran cuenta que por medio de su apoyo económico y a través de la oración se estarán convirtiendo en auténticos socios de mi ministerio.

-¿Qué quieres decir?, preguntó un tanto cortante la señora Aznar.

-Bien, lo que quería expresar es que yo considero este ministerio como una auténtica empresa, naturalmente no en el sentido comercial del término, sino más bien, como dice el diccionario, como un proyecto que se pretende llevar a cabo. En esta empresa yo llevo a cabo una parte de la misma, dedicar mi tiempo, dones y talentos a trabajar con los adolescentes en situación de riesgo. Ustedes participan por medio de su apoyo, económico y espiritual. Para mí será imposible llevar a cabo este ministerio si no cuenta con el apoyo activo de muchos creyentes como ustedes. Es en este sentido en que creo que ustedes y yo formaríamos un equipo, una auténtica sociedad.

-Me parece un concepto interesante, intervino el señor Aznar, lo cierto es que nunca antes lo había pensado.

-Bien, volvió a intervenir tajante la señora Aznar, en esencia es lo mismo de siempre, ¿no es así? Tú deseas nuestro dinero para poder trabajar con esos muchachos. El mismo mensaje con nueva decoración.

-Ángel, un tanto turbado contestó, Bueno, no es exactamente lo que quería expresar, de verdad que me interesa mucho más que su dinero.

Ángel se despidió y quedó en llamarles para saber cuál sería su decisión con respecto a apoyar su ministerio. El matrimonio se quedó solo y continuó comentando la visita de Ángel.

-Cariño, me parece que has sido bastante brusco con ese pobre muchacho. Sus motivaciones son genuinas y ha sido honesto en su forma de presentar el ministerio que quiere llevar a cabo.

-Siempre serás un cándido. Es lo típico de siempre. Ese muchacho, como todos los otros misioneros que nos han visitado, tan sólo quiere nuestro apoyo económico. Naturalmente, para hacerlo más digerible, lo rodean de un halo de espiritualidad y versículos bíblicos. Plata y nada más que plata es lo que hay detrás de tanta palabrería.

-Pues siento decirte que no estoy de acuerdo. Es cierto, que han pasado muchos misioneros por nuestra casa en busca únicamente de dinero, sin embargo, lo que este muchacho me ha compartido me ha impactado. Nunca había considerado el ofrendar de la manera en que él lo ha expuesto. Nunca nadie me ha dicho que puedo ser socio en la empresa de ayudar al cumplimiento de la Gran Comisión.


¿Qué concepto importante quería transmitirles Ángel a los señores Aznar?

¿Estás de acuerdo con ese concepto? Justifica tu respuesta

En tu opinión ¿Quién tiene más mérito, el que da para sostener a los misioneros o aquel que va al campo misionero? Justifica tu respuesta

¿Forma parte el dar del concepto cristiano del compañerismo? Justifica, una vez más, tu respuesta



TEXTO BASE

  • "Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies" (Lucas 9:37-38)
  • "Finalmente hermanos, un favor os pido, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor que el Espíritu nos ha infundido: sed mi apoyo en la batalla que habré de sostener; pedid a Dios que me haga escapar con bien de los que en Judea se oponen a la fe. Y pedidle asimismo que esta ayuda que llevo a Jerusalén sea bien acogida por aquellos hermanos" (Romanos 15:30-31)
  • "También por mí, para que Dios ponga en mis labios la palabra oportuna y pueda dar a conocer libre y valientemente el secreto plan de Dios encerrado en este mensaje de salvación" (Efesios 6:19)
  • "Cada vez que os recuerdo, doy gracias a mi Dios, y cuando ruego por vosotros, lo hago lleno de alegría, no en vano os habéis afanado conmigo en la difusión del mensaje de salvación desde el primer día hasta hoy" (Filipenses 1:3-5)
  • "Grande, muy grande ha sido mi alegría cristiana al ver que después de tanto tiempo ha vuelto a florecer vuestro interés por mí. Ya sé que lo teníais; lo que os faltaba era la ocasión de manifestarlo. Y no es la necesidad lo que me hace hablar así, pues he aprendido a bastarme en cualquier circunstancia. Tengo experiencia de riqueza y de pobreza. Estoy perfectamente entrenado para todo: lo mismo para estar harto que para pasar hambre, para nadar en la abundancia que para vivir en estrecheces. De toda suerte de pruebas puedo salir airoso porque Cristo me da las fuerzas. Sin embargo, es hermoso que os hayáis solidarizado conmigo en mis horas difíciles. Como sabéis, queridos filipenses, cuando empezó a extenderse el mensaje de salvación y salí de Macedonia sólo vuestra iglesia me abrió cuenta de "debe" y "haber". Incluso estando yo en Tesalónica, me enviasteis ayuda por dos veces, y no es que yo esté buscando nada para mí; lo que busco es aumentar vuestra cuenta con nuevos ingresos" (Filipenses 4:10-17)
  • "Hermanos, rogad también por nosotros" (1 Tesalonicenses 5:25)
  • "Por lo demás hermanos, rogad por nosotros para que le mensaje del Señor prosiga el avance glorioso que inició en vuestra ciudad. Rogad también para que el Señor nos libre de los hombres insolentes y perversos, porque no todos aceptan la fe" (2 Tesalonicenses 3:1-2)


INTRODUCCIÓN


En la antigüedad, los griegos eran el pueblo comerciante por excelencia. De hecho, llevados por el comercio y la necesidad de encontrar nuevas tierras, los habitantes de la península helénica llenaron las costas del mar Mediterráneo de colonias, las cuales, eran focos de cultura y comercio.

Al amparo de esta actividad económica surgieron muchas empresas comerciales en todas las ciudades griegas, auténticas sociedades mercantiles. En este tipo de empresas acostumbraban a participar varios socios. Algunos socios poseían el capital, es decir, el dinero que permitía financiar las costosas y arriesgadas aventuras de comerciar con otros pueblos u otras colonias del Mediterráneo. Estos, eran los socios capitalistas. Otros, poseían los barcos, y con ellos se aventuraban por las arriesgadas aguas de un mar que en ocasiones podía ser traicionero. Así pues, unos ponían su dinero y otros su trabajo para formar una empresa en la que eran socios. En el idioma griego, esta relación de sociedad, de unión y colaboración en una empresa común eran descrita con la palabra koinonia. Es la misma palabra que Lucas utiliza en 5:10 para describir la relación comercial en el negocio de la pesca que existía entre Pedro y Santiago, ambos eran socios en una empresa pesquera común.

La iglesia de Filipo era, sin duda, una iglesia que mantenía una relación muy especial con el apóstol Pablo. Basta leer la carta que él envió a esa comunidad para darse cuenta de que había unos lazos emocionales y unos vínculos de apoyo y ayuda mutua muy importantes.

En el pasaje de Filipenses 1: 3-5 que leímos en el texto base, Pablo consideraba a los creyentes de aquella ciudad como socios en la tarea de la extensión del evangelio. El apóstol afirmaba que se habían afanado con él en la empresa de la difusión del mensaje de salvación y, para referirse a ello, utiliza el lenguaje comercial de la época, del cual, ya hemos hablado anteriormente. A menos que Pablo usará esta referencia a los filipenses como una libertad literaria, lo cual, nos consta que no es así, resulta que el apóstol consideraba como socios suyos en la tarea del cumplimiento de la Gran Comisión a personas que, en su inmensa mayoría, nunca abandonaron la ciudad natal de Filipo, ¿cómo podía ser esto posible?

¿De qué modo estaban involucrados en su ministerio los filipenses? El capítulo cuatro, parte de cuyo contenido ha sido reproducido en el texto base, nos ayuda a entenderlo. Allí, Pablo describe como fue precisamente el apoyo económico que le prestaron los filipenses el que le permitió poder llevar a cabo su ministerio evangelísitco. El apóstol menciona como recibió ayuda cuando estaba ministrando en la ciudad de Tesalónica.

Podemos afirmar con total seguridad que los creyentes de la iglesia de Filipo se habían convertido en los "socios capitalistas" del ministerio evangelístico de Pablo. Ellos ponían sus finanzas, es decir, lo que estaba en aquellos momentos a su alcance, mientras que Pablo llevaba a cabo la tarea de evangelización y discipulado. Y de este modo fue por él reconocido.

Pero más allá de lo que hicieron los filipenses, es importante resaltar la motivación, el porqué de sus acciones. Las ofrendas de aquellos cristianos nacían de su sentido y responsabilidad misionera. Ellos consideraban la participación en el ministerio del cumplimiento de la Gran Comisión como una responsabilidad, sin embargo, dadas sus circunstancias, la participación financiera era la mejor manera en que podían participar en aquella empresa común.

Pablo, al escribirles en el capítulo cuatro, no sólo reconoce su participación en esa empresa común, también les reconoce el derecho a recibir unos dividendos, en este caso espirituales, como fruto y resultado del apoyo económico por ellos provisto. Para apreciar este detalle lee los versículos 15 al 17 del capítulo mencionado.

Participar en la empresa del cumplimiento de la Gran Comisión está realmente al alcance de cualquier creyente. Dios nos ha dado el privilegio de poder tener un impacto en el campo misionero más allá de nuestros propios esfuerzos personales, los cuales, en muchos casos están tremendamente limitados por diversas razones. Participando económicamente en la ayuda a diferentes ministerios misioneros podemos tener un impacto en el campo misionero más allá de nuestra propia ciudad o país. Cuando invertimos en un grupo o agencia misionera estamos convirtiéndonos, literalmente, en socios de su trabajo se desarrolle este donde se desarrolle.

Pensemos por un momento en los dos grandes desafíos misioneros que afronta el cristianismo en nuestros días. Por un lado, los centenares de millones de musulmanes que pueblan nuestro planeta. La inmensa mayoría de ellos viviendo en países totalmente cerrados al trabajo y esfuerzo de los misioneros. Por otro lado la evangelización de la juventud. Alrededor del 50% de la población de nuestro mundo tiene menos de dieciocho años de edad. Literalmente centenares de millones de jóvenes necesitan ser alcanzados con el evangelio de salvación.

Dadas nuestras circunstancias personales podemos pensar que tal no haya nada que podamos hacer por alcanzar a estos grupos. No estamos en condiciones de dejar nuestro trabajo para ir a un país musulmán o, no nos consideramos capacitados para trabajar con los jóvenes de nuestro propio país. La juventud es un grupo difícil y muy especial, y podemos considerar que nuestros dones y talentos no están en línea para conectar con ellos. Sin embargo, si podemos participar en esta empresa formando sociedad con los múltiples grupos y agencias misioneras que están, activamente trabajando, para llevar el evangelio a estos grupos humanos. Por medio de nuestro apoyo financiero nos convertimos en socios de semejante aventura misionera.

El formar sociedad con aquellos que están en el campo misionero no solamente es un gran privilegio para nosotros, se trata también de una enorme responsabilidad que Dios nos ha encomendado. El cumplimiento de la Gran Comisión (Mateo 28:18-20) no fue dado única y exclusivamente a los apóstoles, tampoco a los primeros discípulos. No es una responsabilidad que incumbe de forma selectiva a aquellos que están dedicados al ministerio a tiempo completo.

La Gran Comisión es un privilegio y una responsabilidad dada por igual a todos los creyentes sin distinción. Es evidente que cada cristiano se involucrará en función de sus posibilidades y circunstancias personales, pero ninguno está excluido del llamamiento de contribuir al cumplimiento del mandato de Jesús. Sin duda algunos de nosotros nunca tendremos la oportunidad de contribuir por medio de nuestra participación personal en el campo misionero, pero si estará a nuestro alcance el hacerlo a través de nuestras ofrendas.

Cuando ofrendamos estamos siendo obedientes a lo que el Señor espera de nosotros. No existe ningún mérito especial en hacerlo, es nuestra responsabilidad, es una muestra de nuestro amor hacia el Padre y nuestra solidaridad hacia aquellos que están trabajando en el campo misionero, bien sea en nuestro país o en países lejanos. Es evidente que dar produce gozo y satisfacción, sin embargo, no este el propósito por el que ofrendamos, es sin duda, un resultado de nuestra obediencia, no es, sin embargo, el motivo que nos impulsa.

Del mismo modo que lo hicieron los filipenses, también podemos participar como socios en la tarea del cumplimiento de la Gran Comisión, por medio de nuestro apoyo en oración. Podemos ser socios orando por aquellos que llevan el mensaje más allá de nuestra iglesia, comunidad o compañerismo local. En la carta que Pablo escribió a aquella amada comunidad de Filipos, en 1:19, vemos que aquellos cristianos eran también un ejemplo en este sentido. A menudo, escribiendo a otros grupos de creyentes, Pablo les pedía que oraran por él, por sus necesidades personales y también por su ministerio, véase en este sentido 1Tesalonicenses 5:25)

No es de extrañar que haya cristianos que afirmen que para que el compañerismo económico tenga auténtico sentido, este debería ir acompañado de un compañerismo en la oración. Es fácil dar dinero de una forma mecánica y olvidarnos de orar e interceder por aquellos que están en el campo de misión, dentro o fuera de nuestro propio país. Estas personas, a menudo, viven y afrontan circunstancias personales, familiares, ambientales y ministeriales, difíciles y complejas. Situaciones, que en función del contexto en el que se muevan, pueden llegar a ser auténticamente terribles. Nuestro apoyo por medio de la oración, si auténticamente creemos en ella y su poder, puede proporcionarles el apoyo y las fuerzas que tanto necesitan. De nuevo, podemos afirmar que el orar, en este caso, no es únicamente una responsabilidad, se trata también de un auténtico privilegio para nosotros. A este respecto, Jerry Bridges, en su libro ya citado, menciona una interesante frase de S.D. Gordon, la cual reproducimos para terminar este estudio.

La mayor cosa que cada uno de nosotros puede hacer es orar. Incluso si personalmente podemos ir a algún país lejano, aún así, habremos ido tan sólo a un lugar.

La oración nos pone en un contacto dinámico con el mundo. Hoy, una persona puede aislarse, y cerrar la puerta, e invertir media hora de su vida por Dios en la India, como si estuviera allí de forma personal. Sin duda tú y yo debemos invertir más medias horas para este servicio secreto.


OBSERVACIÓN


1. Anota las tres cosas más importantes que has aprendido al llevar a cabo este estudio

2. Lee nuevamente los versículos correspondientes al texto base. Anota que te enseñan acerca del compañerismo por medio del dar y/o por medio de la oración. Considera que no necesariamente cada versículo trata de ambos aspectos, por tanto, no en cada cita encontrarás enseñanzas sobre las dos vertientes.

Pasaje Compañerismo en el dar Compañerismo en la oración

Lucas 9:37-38

Romanos 15:30-31

Efesios 6:19

Filipenses 1:3-5

Filipenses 4:10:17

1 Tesalonicenses 5:25

2 Tesalonicenses 3:1-2



3. ¿Por qué afirmamos que por medio de la oración y el dar nos constituimos en socios de aquellos que están en primera línea en el campo misionero?



INTERPRETACIÓN


1. ¿Cuál es la empresa común a la que todos los creyentes estamos llamados a participar?

2. Tal vez tú no puedas, o no estés dispuesto a ir al campo misionero, bien sea este en tu propio país o más allá de sus fronteras, pero, a pesar de ello, continuas siendo un socio y, por tanto, responsable de esta empresa ¿Qué implicaciones ha de tener esto para ti?

3. ¿Qué relación, si alguna, existe entre nuestra oración y la expansión del evangelio? ¿Es nuestra oración imprescindible? ¿Por qué? Justifica tus respuestas

4. ¿Es posible vivir un auténtico compañerismo cristiano si no practicamos esta dimensión de la koinonia.? Nuevamente te pedimos que justifiques tu respuesta


APLICACIÓN


1. ¿Qué tipo de involucración estás teniendo en el cumplimiento de la Gran Comisión?

2. Si no lo estás ¿Qué te impide ser socio de un ministerio evangelístico a través del dar?

3. Si no lo estás ¿Qué te impide ser socio de un ministerio evangelístico a través de la oración?

4. Toma la decisión de comenzar a orar de forma regular por un ministerio que se dedique a la evangelización más allá de las fronteras de tu país. Busca información acerca de las personas que componen ese ministerio, de sus necesidades personales, económicas y espirituales. Conoce cuál es la situación del campo misionero en el que están sirviendo. Escríbeles y exprésales tu deseo de orar y/o apoyarles económicamente de forma regular.

5. Toma la decisión de asociarte económicamente en un esfuerzo misionero, no importa si es dentro o fuera de tu propio país. Comienza a dar tu apoyo de forma regular

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